Arreglos musicales




Este artículo es para aclarar un aspecto sobre el cual algunos especularon sin base: Quién hizo los arreglos musicales para el LPZulu, y cual es mi concepto sobre la composición musical.
.
Las disqueras suelen tener un director musical, pero cada proyecto puede contar con el director o supervisor musical que se desee.
.
El LPZulu fue producido y dirigido en todo sentido por Zulu mismo, incluidos los arreglos musicales. Por tanto, nunca fue cierta la versión de que Víctor Cuadros, conocido director de orquesta del medio, me hizo los arreglos. Cualquier músico profesional puede darse cuenta de que las producciones de Víctor eran muy profesionales. En comparación, musicalmente hablando, yo era chabacano y ruidoso. Decir que Cuadros me hizo los arreglos sería insultarlo. Nadie jamás metió la mano en mis arreglos musicales. Aceptaba sugerencias de los músicos, pero nada más.

No fue cuestión de redactar, como lo haría un escritor musical, las líneas y escalas para todos los instrumentos. En unos casos, era esencial para mi satisfacción, pero en otro, dejaba en completa libertad a los músicos para que le impusieran su propio estilo.

Por ejemplo, el bajo y la batería para "Como una escalera" fueron enteramente de César y Johnny. No se me hubiera ocurrido nada más original. Sin embargo, en la misma canción, Carlos tuvo que hacer lo que le pedí para las guitarras y el violín, nota por nota y acorde por acorde, no porque él no lo hubiera hecho muy bien a su manera, sino porque era la forma como yo había compuesto e imaginado las guitarras para esa canción. Algo similar puedo decir de Julio Trigo cuando le indiqué la línea para su mandolina en "Laberintos"

Si uno no acepta sugerencias de los músicos, no consigue la sinergia que hace que un arreglo resulte verdaderamente un trabajo de equipo. Cuando un director lo prepara todo tan detalladamente que no deja lugar a la contribución de los músicos, tiene un efecto; pero cuando permite su cooperación emocional, tiene otro. Ambos enfoques tienen mérito, pero siempre me inclinaré por la sinergia. El jazz, por ejemplo, suele ser pura sinergia, ya que deja un amplio margen para la improvisación, o, mejor dicho, para la contribución de cada músico.
.
Lo que sí puede rescatarse de los rumores mencionados es que Víctor solo transcribió al pentagrama los compases que le dicté para los instrumentos de viento en "Sueño de amor (A joyful surprise)", de Billy Morgan, Pero solo lo hice para ahorrarme esfuerzos y no tener que explicar la idea a cada músico. Fue una partitura simple.
.
Para el Festival de Trujillo sí le dicté todos los detalles para la orquesta, punto por punto. Lógicamente, como director él tendría que encargarse de no producir vacíos ni nada que no armonizara bien sobre el pentagrama. Lamentablemente, llegado el momento, no sé qué ocurrió. Los músicos se cruzaron y la presentación fue un verdadero desastre. No pasó de la introducción.

Aunque empírico en todo sentido, siempre me agradó hacer mis propios arreglos musicales, sin importar las consecuencias.

Composición

A veces oía una canción acerca de la cual me enteraba de que quien compuso la música no la había creado espontáneamente, sino que un escritor o poeta le entregó la letra o poema para que le pusiera música, luego otro hizo el arreglo musical. Muchos publicistas y propagandistas suelen hacerlo así.

Otras veces me enteraba de una canción que se hizo al revés. Primero se compuso la música, después un escritor o poeta le añadió la letra, cuadrándola con la música, y aún otro hizo el arreglo musical.

También supe de canciones que se hacían sobre la marcha, es decir, ambos, el músico y el redactor o poeta, trabajaban juntos de comienzo a fin, produciendo poco a poco un efecto compartido. No componían la música para la letra ni la letra para la música. Entretejían sus estímulos, tal como se entrelazan las hebras de un hermoso sombrero de paja.

En otros casos, supe de canciones que se hicieron igualmente sobre la marcha. Ambos, músico y poeta, la creaban juntos, pero dejaban que un experto, muy a menudo un arreglista que trabajaba para la compañia de discos, les hiciera el arreglo.

También supe de quienes lo hacían todo por sí mismos de principio a fin, sin la interferencia de otros. Iban creando la melodía, y a la vez, montaban la letra según lo que la música les inspiraba. Estos, por lo general, no escribían primero un poema, sino que la música misma era un poema o una pintura o película, es decir, un poema, pintura o película espiritual, imaginaria. La letra y el arreglo tenían que cuadrar o entrelazarse con el sentimiento que iba produciendo.

Por ejemplo, es cierto que un pintor primero suele hacer un boceto a lápiz o al carboncillo, quizá muchos bocetos, antes de comenzar a pintar. Otros pintan desde el comienzo. Tienen una idea de lo que quieren hacer y van adaptándose a lo que va saliendo.

Otros no preparan ningún boceto, sino que dejan abiertas las posibilidades y aprecian lo que va apareciendo. A veces resulta en una increíble obra de arte, otras, en un simple garabato, hasta en uno tan elaborado que igualmente termina siendo considerado arte al fin.

Lo que digo es que no hay limite, tanto para la creatividad misma como para la forma de desarrollarla y comunicarla, ya sea en el campo de la música o en el de la poesía, pintura, diseño gráfico, actuación o lo que sea. Quien pretenda clasificar cualquier expresión artística del ser humano siempre se quedará corto y se verá obligado a expandir su preconcepto.

Un pintor, músico o poeta puede sentarse a ver una puesta de sol, ¡muchas puestas de sol!, y plasmar sus emociones y sentimientos en una pintura, canción o poema. Pero ¿se pone a pensar en quién hizo, diseñó, inventó o fabricó esa precisa y fotográfica puesta de sol en el lienzo del cielo? ¿Qué causa y controla que asombrosas leyes físicas astronómicas, tanto exactas como plásticas, modifiquen el panorama y el paisaje minuto a minuto?Según su ubicación y horario, cada observador de cada país o continente, obtiene un punto de vista o enfoque diferente al de otro que vuela en avión sobre las nubes, o el de un astronauta que viaja al espacio exterior? ¿Quién tiene un poder, sabiduría, amor y balance cromático tan deleitable al ojo humano e inconmensurablemente incomprensible?

Sin duda que apreciamos el arte de maneras tan diversas que nos quedamos cortos para meter el concepto en un paradigma estrecho.

Dicho esto añadiré con franqueza que aprecio toda manifestación artística, al margen del método o técnica que se emplee, y al margen de si resulta de una sinergia de varias personas, o de la sinergia de variados sentimientos que vibran dentro del compositor.

Pero prefiero la música que brota en su totalidad de un solo autor, de la sinergia de sus propios sentimientos y emociones, ya sea que finalmente la deje libre, vagando sin rumbo como un himno espiritual que nunca necesitó letra, o que la encierre o enmarque con una letra que no concede más interpretación que aquella con la que nació en el corazón de su autor.

Siempre he preferido primero la música. No me gustan las letras porque, por mucha libertad a la que se abandone la imaginación, de todos modos se fija un límite o tope a la imaginacion, se traza un curso al pensamiento, casi fuerzan al oyente a seguir un sendero, como en un bosque o en las montañas. No se le permite expandir sus sentimientos. Cuanto más literal, tanto más opresiva; cuanto más pictórica, tanto más expresiva.

La música que no es canción, es decir, la música que se compone y deja a propósito sin letra, nos provee la hermosa libertad de volar con el viento, entre las hojas de los árboles, bucear bajo las olas y codearnos con la biodiversidad marina, o simplemente dejarnos arrullar por el eternamente cambiante paisaje.

El autor tiene un sentimiento creativo que plasma en una inflorescencia de frecuencias musicales y tiempos que van formando maravillosas coordenadas, susceptibles de ser redactadas en un pentagrama. Pero increíblemente se funde armónicamente en uno con el oyente, a pesar de que a este le provoquen impulsos y vibraciones completamente diferentes.

La misma música que haría que uno imaginara un campo de flores puede hacer que otro imagine un viaje en canoa por un río, y que aún otro ponga a un lado su furia e imagine un escenario de reconciliación. Tal vez nos asombraría enterarnos de que su autor nunca imaginó esas cosas al momento de componerla. Esa es para mí la gran virtud de la música en sí.

La música puede edificar o derribar; inspirar orden y paz, o desorden y odio; movernos a apreciarnos unos a otros o a despreciarnos. Es capaz de impulsarnos a actuar o desalentarnos. Puede movernos a amar y acariciar nuestros instrumentos musicales, o a golpearlos con rudeza o hasta destrozarlos contra el piso en medio de un concierto. Por eso, y por las serias consecuencias que puede producir, siempre la incluí en la lista de los grandes poderes que tiene el ser humano. Algo que debe tomarse con pinzas, no con garrotes. Merece todo nuestro respeto, no nuestro desprecio.

Es cierto que todo arte es libertad. Pero jamás olvidemos que las cárceles están repletas de seres humanos que imaginaron, supusieron y alucinaron con una paradoja que después se les hizo muy incomprensible: Que así como existen leyes físicas, matemáticas y astronómicas que rigen el universo, también las hay morales que, si no las apreciamos y valoramos, acabaremos reconociéndolo, quizá muy tarde para rehacer la vida.

Tengo presente que aunque de Dios se diga que es Todopoderoso, no tengo solo dos dedos de frente como para soslayar el hecho de que básicamente no puede atentar contra sí mismo. Un ser tan probadamente extraordinario no puede ser irrazonable, desequilibrado ni débil. Es Todopoderoso en un sentido lógico e inteligente. Puede hacer todo lo que se propone dentro de su propósito, no fuera de este.

La música es infinitamente variada, infinitamente hermosa e infinitamente motivadora. Pueden componerla y arreglarla una o varias personas. Pero por el respeto que se merece por su gran magnificencia, debemos expresar con ella nada menos agradecimiento. ¿Agradecer la música? Con ella nos expresamos en un idioma universal gracias al gran Diversificador Inteligente de Organismos y Sistemas que creó absolutamente todos los sonidos y la música que hay en el cosmos.