Cecilia Barraza




En cierta ocasión, allá por 1972 ó 1973, me pidieron que llevara mi guitarra a Marcona Mining. Un grupo de artistas iría a alegrarles la vida a los trabajadores y moradores de aquella zona apartada, y fui con gusto.

Pero fui sin mi grupo. Solo llevé mi guitarra. Gran error. No es lo mismo hacerlo en grupo que solange. De todos modos, me traje un ramillete de recuerdos inolvidables.

Uno es de cuando bajé del ómnibus. Los niños que fueron a recibirnos me reventaron cuando me abrazaron y gritaron con mucho cariño: "¡Ha venido Rabito! ¡Ha venido Rabito!". ¡Plop! Qué chistositos. Me mataron, jajajaja. Evidentemente, no era conocido en el lugar. Lo único que se les ocurrió al ver al pata de barba con su guitarra, fue pensar que habían traído a Rabito. Solo rogué para que después de mi partida no murmuraran: "Nos vendieron gato por liebre", jajajaj.

Bueno, felizmente, el show les gustó. Lo único que no entendieron hasta el final es por qué Rabito no cantó las canciones de Rabito. Ni modo. Hice lo mejor que pude. Fue un mate de risa.

El segundo recuerdo es que tuve el magnífico privilegio de ver a la extraordinaria Cecilia Barraza desde la ventajosa posición del escenario mientras cantaba "Sola soledad" y su famoso "Toro Mata". Nadie canta esas canciones como ella. Mientras que otros cantan como si fueran amigos del dueño del camal, ella lo hace con carisma y es dulce con el "Toro Mata". Canta como si en el fondo quisiera gritar: "¡Por favor, mejor no maten al pobre toro!". Creo que eso es lo que cautiva a su público, yoni incluido.

Bueno, el tercer recuerdo es que nos sentamos juntos en el ómnibus y hablamos de todo durante el trayecto a Lima (es una lora, y yo, otro loro). Disfruté mucho de su compañía durante horas sin parar. ¡Imagínate a la bella y la bestia en un loreo mostro! A mí que me encanta conversar... Me divertí mucho con sus bromas, y ella la pasó bien con las mías.

Pero no termina ahí. Nos comimos un cerro de mandarinas. De repente, ella agarró una cáscara y, sin solicitar visa, ¡plaf! me la frotó por la nariz y me dijo con su voz ronquita: "¡Huele! ¿No es riquísimo? ¡Tiene un aroma exquisiiiito!". Cómo sería el ìmpacto al corazón que me dejó el bigote oliendo a mandarina hasta ahora. Ya no quería lavarme la cara. Ahora, cuando como mandarinas, lo cual es casi semanal (cuando es temporada), huelo la cáscara y ¿de quién crees que me acuerdo? De Chechi, pues. ¡Cómo no!

Y el cuarto recuerdo, algo que ella nunca supo, es que cuando se quedó dormida, me quedé prendado de su nariz. ¡Tiene un perfil precioso! Claro que, despierta, se hubiera sentido incómoda si me hubiese quedado mirando tan fijamente su nariz. Tal vez hubiera pensado: "Y a este ¿qué le pasa?", y yo soy un caballero. Pero dormida no hubo problema. De regreso a Lima, inspirado en su bella nariz y en la mandarina que me refregó en la ñata, compuse una bonita canción de cuna que titulé "En la punta de la nariz".

¡Ah, ants que me olvide! ¿Conoces a Nitin Sawhney? ¿Y a Roberta Sá? Ahí te van dos links. Tal vez no entiendas nada, pero espero que los disfrutes. El primero es como un Toro Mata en salsa de flamenco. Clic aquí, plis. El segundo, ya lo verás. Haz clic aquí. ¡Te encantalá! Si los traduces y los incluyes en tu próximo disco con tu típico salero, estoy seguro de que te saldrán fantásticos.
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¡Desde mi modesto blog te mando un saludo, Cecilia! Y no te preocupes por la cancelación de tu programa en la tele. No estará de Dios. No problem! No te deprimas. ¡Sóbate una mandarina! Porque siempre habrá muchas puertas abiertas para ti, para que sigas deleitando a tanta gente linda que te quiere mucho. Yo me cancelé a mí mismo y soy muy feliz, jajajaj. "La felicidad vive dentro", como digo en mi canción "Laberintos". Ahora me digo a mí mismo: "¡Sóbate una mandarina!", y resumo todos los pensamientos positivos que se me podrían ocurrir. Es un olor tan agradable!