"Sana camaleón"



"Sana camaleón" trata de la doble vida, de la personalidad falsa, del fungimiento, de la hipocresía, de la manipulación egoísta, de la falta de sinceridad, del engaño, de la agnotología y la traición. Es un llamado a la reflexión.

Historia de la canción

La característica de un camaleón es su camuflaje, su habilidad para modificar sus colores de acuerdo a la ocasión. Yo veía a los jóvenes como camaleones que cambiaban de color o mentalidad a la menor influencia de cualquiera que los manipulara (la moda, la tradición, la publicidad, la propaganda). Esta canción habla de aprender a impedir la manipulación de los demás. 

"La vida hay que vivirla comprendiendo cómo es la forma de encontrar en cada día la armonía que te lleve la alegría que te empuje a vivir, así donde tú vayas hay sol." Es decir, no basta con estar vivo. Uno tiene que aprender a vivir, y para ello debe comenzar por comprender de qué manera alcanzar una sincronía y armonía con los demás, de modo que resulte en alegría y felicidad para todos. Así todo sale mejor.

En ese sentido, el camaleón tenía que sanar espiritualmente para sentirse bien. No le convenía andar cambiando de colores solo para agradar a los demás y seguir adaptándose a un sistema de vida que a todas luces nunca terminaba por satisfacer a nadie. 

Una cosa era llevarse bien con los demás, y otra, andar tratando de agradar a todo el mundo. Eso no se puede lograr sin sufrir. La clave no consistía en sanar a otros, sino en comenzar por sanar uno mismo. Sana “tú”, turu tú turu tú rutú.

Lógicamente, con eso no me refería a que todos debían pisotear las normas de decencia social y los principios fundamentales que rigen la coexistencia, como si el placer y la satisfacción de uno mismo fuera todo lo que contara. 

No todo en la vida es placentero ni tiene por qué serlo. El que no soporta el sufrimiento y lo supera, y el que solo tira para su molino, y no está dispuesto a perdonar ni sacrificarse, al final suele terminar encontrando cerradas las puertas de la alegría. 

Por ejemplo, sabemos que no seríamos bien recibidos en muchos lugares si nos presentáramos sucios y desaliñados; o si nos presentáramos limpios y perfumados pero anduviéramos soltando gases sin ninguna consideración por los demás. Nadie lo consideraría un hipócrita si se contuviese, se retirase y se llevara sus vientos a otra parte por un momento ¿verdad? No es justo que todos huelan su pestilente entusiasmo.

Igualmente, todo matrimonio atraviesa por dificultades. Si no aprendemos a ser tolerantes y soportarnos unos a otros, ni aprendemos a conocernos mejor unos a otros, terminaríamos condenando al fracaso la relación, suponiendo que continuar aprendiendo a convivir nos convertiría en hipócritas. Eso no es ser hipócrita, sino, como decía Dale Carnegie, ser un analfabeto del matrimonio.

Por camaleón me refiero al que lleva un derrotero de vida manipulado por el sistema, como dije, "la moda, la tradición, la publicidad y la propaganda agnotológica". Sabemos que detrás de esas cosas suele haber costumbres y rituales sociales que conducen a las personas hacia determinados objetivos. 

Así como ocurre físicamente con los edificios, las ciudades y las organizaciones, podemos distinguir que tanto la idiosincrasia de las personas como la idiosincracia de los poderosos hunden sus cimientos -hablando en sentido figurado- en ideas que rara vez se cuestionan. 

La mayoría prefiere seguir al paso del sistema sin percatarse del rumbo que está tomando. Solo están dispuestos a autoexaminarse cuando el desastre se vuelve tan obvio que sus excusas pierden valor. Abrir los ojos podría ser tan devastador como el desprendimiento de una enorme roca de una montaña. 

No se necesitan dos dedos de frente ni ser versado en metafísica, ontología, etimología ni ninguna ciencia social para darse uno cuenta de que la vida podría ser más bonita si, por un lado, pudiésemos ser más francos, y por otro, al mismo tiempo, más prudentes.

Absolutamente todos tenemos defectos y podemos llegar a ser muy decepcionantes, pero nos gustaría que los demás fueran tolerantes con nosotros. Pero ¿tenemos esa misma actitud hacia los demás? La vida sería mejor si tan solo nos levantáramos cada mañana siendo más realistas. ¡Exigimos nuestro espacio! Pero no respetamos el espacio, los derechos ni la autoridad legítima de los demás. 

Tal vez por eso algunos sienten que se llevan mejor con una mascota que con otro ser humano. Porque la mascota no les discute. Obedece sí o sí. No tiene alternativa ni escapatoria. Le ponen una correa de ahorque y se acabó.

Claro, nosotros no disfrutaríamos si nos pusieran una correa en el cuello. Exigimos libertad. Pero, irónicamente, ¿nos dejamos poner la correa con mucho gusto si se trata de la moda, la tradición, la publicidad o la propaganda? Exigimos sumisión pero no somos sumisos. Nos contradecimos diciendo: "No soy un camaleón. No soy hipócrita". Pero ¿es así realmente?

Nadie nace sabiendo. Nuestros padres, abuelos y maestros nos enseñaron los fundamentos de la vida y del pensamiento. Pero tan pronto como demostramos haber aprendido, ¿los tratamos como seres inferiores que nunca supieron nada y nos convertimos en dioses de nosotros mismos?

Lo único real es que la vida se vive aprendiendo poco a poco. Uno va descubriendo la manera de sincronizar con los demás, lograr una armonía que resulte en sentir la alegría de vivir en paz, sin rencores ni amarguras, sin mayor exigencia que la que nos impone la luz del Sol. ¿Qué tiene que ver el Sol con todo esto?

Las plantas son fábricas de clorofila, es cierto, pero es la luz del sol la que transforma la energía que nos permite vivir un día más. Cuando comemos plantas, estamos comiendo luz. ¿Quién piensa en eso? Simplemente masticamos, tragamos y nos damos por satisfechos. Pero no meditamos en todo el proceso que hubo tras cada bocado que nos llevamos a la boca.

"No. Yo como carne" -dirá alguien-. Pero ¿acaso la vaca y el pollo no se alimentaron del producto de las plantas? ¿Acaso no intervinieron la luz y el calor del Sol? ¿Acaso no hicieron posible la evaporación del agua de mar, que produjo las nubes, las cuales produjeron la lluvia que llenó los ríos y valles, los cuales pusieron agua en su vaso y alimento en su plato? ¿Quiénes piensan en eso?

De modo que somos inexcusables si no nos esforzamos por vivir cada día buscando la luz del sol y la alegría que resulta de alcanzar una sincronía entre nosotros, la armonía que nos provee el impulso para que todo nos resulte mejor cada día, para que no sintamos que algo nos falta. Ahora no me refiero al astro, sino al sol y al calor espiritual que podemos hallar en nuestro interior. 

¿De qué sirve decir: "Yo no soy ningún camaleón", pero negamos que la fuente de todo lo que tenemos, de todo lo que comemos y de todo lo que nos ponemos está allá arriba, transformando en energía minuto a minuto, aquello que comeremos y nos pondremos mañana?

Si queremos vivir con alegría, tenemos que reconocer que toda alegría resulta de vivir en armonía, no en un estado de discordia, displicencia ni exigencia, lo cual solo termina en pelea y guerra. El que hizo el Sol merece respeto y que nos humillemos ante su generosidad, la cual brilla cada mañana sobre grandes y chicos, ricos y pobres.

Detalles sobre la grabación de esta canción 

En esta canción me acompaña en la batería Pocho Purizaga (QEPD). Fue la primera persona en la que pensé para lograr el efecto que quería. Me dije: “¡Pocho es el hombre!”. De hecho, sintonizó de mil maravillas con la canción. Y le encantó que lo dejara expandirse, gritar y participar en ella, no solo para darle fuerte a los tambores, especialmente al bombo. Si prestas atencion, lo pisaba con unas ganas increibles, no tanto por la fuerza, sino por la síncopa. Todos en el estudio nos sentimos arropados por su entusiasmo desbordante. Es un tipo increíble. Fuera de serie.

En el estudio de grabación, durante el ensayo previo, aprendió la canción (porque no la habíamos ensayado antes), ¡y le encantó! Fue tal su alegría que simplemente gritaba, y yo le dije: "¡Perfecto! ¡Grabémoslo así! ¡Grita con confianza!", y Pocho se desbordó, y desbordó a todo el grupo. Nos reímos a más no poder. 

Pocho nada más estaba bromeando, gritando y divirtiéndose durante todo el ensayo.  Parecía un niño hiperactivo suelto en la sala de grabación (mismo Charly García sin camisa de fuerza). Claro, no pensó que yo se lo permitiría durante la grabación, pero les dije a todos: "¡Grabémoslo así!". Se mostró sorprendido. 

Yo me había dicho: "Si ese es el sentimiento que está canción le provocó a Pocho, así es como deberíamos grabarlo. Por supuesto esta canción ya traía ese feeling, pero Pocho le dio un impulso aún más oportuno. 

Para ese tiempo Billy Morgan ya había regresado a Estados Unidos, así que traté de tocar la guitarra de doce cuerdas lo más parecido a como él lo lo hizo en "Candela" (me hubiera gustado destacar un poco más su sonido). Y hubiera preferido que Ernesto Samamé tocara el bajo con fuzztone, pero finalmente decidí que sonaría demasiado agresivo para esta canción (como en "Lux" de Traffic Sound), y desistí. Nunca sabré cómo hubiera sonado con fuzztone.

En la percusión tambien me apoyó el gran Pomadita Lazón y sus secuaces. Hubo bongoes, tumbas, claves y todo lo que se necesitaba para crear el ambiente de un calipso peruano. Lamento no recordar por nombre a todos los que intervinieron. Me gustaría saberlo para anotarlos aquí.

Realmente fueron muchas personas en el estudio. En el grupo de músicos éramos solo un trío: Pocho, Ernesto Samamé y yo. Y en la percusión eran más o menos cinco. En el coro básico eran cuatro, y en el coro de fondo, unos 15 ó 20. Unas 30 personas. De hecho, todos los percusionistas gritaron a su gusto.

En el coro básico me ayudaron mi hermana Pilar con las hermanas Nancy, Patty y Malena Calisto (me hubiera encantado incluir a Claudia Elejalde, hermana de Elsa María) y en el coro de fondo, todos los muchachos del barrio. Nos divertimos mucho con esta canción. Me resulta fácil percibir la voz de Andrés Núñez sobresaliendo entre todos.

Los errores o borrones del comienzo quedaron grabados porque así lo decidí. Era para que el oyente se sintiera más identificado con la experiencia de la grabación, aun con los errores. Yo no los consideré errores, sino incidencias de la grabación.

En mis grabaciones, ni los músicos ni los técnicos de grabación estaban amordazados. Ellos se sentían libres de exteriorizar sus emociones cada vez que quisieran, ya fuera con una palabra, un grito, una risa, una exclamación, tosiendo, chasqueando los dedos, aplaudiendo o de otras maneras. Todo quedaba registrado. Eso no se editaba. Porque todos debían sentirse muy felices de grabar conmigo. Por eso, en esta canción, todos estaban con una sonrisa de oreja a oreja. No había estrés. Pocho era el más payaso de todos. Nos moríamos de risa con las muecas que hacía durante los redobles.

Cuando la canción pasó al departamento de corte, me llamaron urgentemente de la gerencia para decirme que se me habían pasado algunos ruidos al comienzo, pero les dije que no se me habían pasado. Sencillamente eran rasgos del trabajo, y que me complacía dejarlos así.

Si prestas atención al inicio de la canción, Pocho no marca el compás con sus baquetas, como se acostumbraba, sino imitando los chirridos de un ratón. Si subes un poco el volumen oirás a Pocho diciendo: “¡ic!, ¡ic!, ¡ic!, ¡ic!, ¡ic!, ¡ic!". Todos rieron con voces aguardientosas. Pomadita Lazón también se divirtió mucho exteriorizando sus gritos y risas. Creo que al inicio del montaje de las voces mi hermana me pellizcó el pompis y yo salté (“¡Oye!”), y ella se rió (le sigue la risita de ratoncita de Malena Calisto, linda Malenita).

Resulta anecdótico que, cuando salió el disco, algunos amigos cantaban la frase: "Sal de la cama Roxanna", porque asíes como sonaba. Eso me pareció muy interesante. Pensé que ese detalle tal vez le hubiera dado mayor impulso y la hubiese hecho más atractiva comercialmente, pero no se me ocurrió.

Todas estas canciones las tocaba en mi casa. Yo vivía en una esquina de la calle General Suárez y Domingo Elías 404, en Miraflores, Lima. Todos, al pasar, sentían un aire festivo. El piano siempre se oía fuerte. En todos los años que viví allí, ningún vecino se quejó.

Les estoy muy agradecido a todos por su contribución al disco. Solo discúlpenme por no haberlo difundido en 1974 tanto como se hubiera esperado. Me bajé del tren. Pero ahora lo pueden escuchar desde España por Internet gracias a la remasterización que hizo Munster Records en 2021. Si quieren también pueden pedirlo en formato electrónico o vinilo.

Ficha técnica

Año: 1974
Grabación y edición: IEMPSA
Sello: Odeón
Técnico de grabación: Jorge Trujillo
Autor y arreglos: Miguel Ángel Ruiz Orbegoso (Zulu)

Batería. Pocho Purizaga
Percusión: Pomadita Lazón y sus secuaces
Coro: Pilar Ruiz, Nancy, Patty y Malena Calisto y los muchachos del barrio
Voz, rythm guitar acústica de 12 cuerdas, piano y Moog desafinado: Zulu
Bajo: Ernesto Samamé

Hubiera sido ideal que, en vez de bongoes, usáramos yembes, y que incluyéramos unos steel drums, ambos fántásticos instrumentos musicales jamaiquinos que le hubieran dado un sabor muy especial. Pero hacer eso con una sola canción no parecía ser un proyecto creíble para la mentalidad de aquellos tiempos. La gerencia ya tenía suficiente con el Moog que compró. Además, yo no sabía tocar steel drums y tomaría mucho tiempo convocar a músicos expertos que supieran usarlos apropiadamente, de modo que me conformé con el piano. ¡Así es la vida!

Se suponía que el sonido agudo de sirena que hice con el Moog en dos ocasiones después del redoble de Pocho debió ir unísono con un profundo sonido grave correspondiente (la misma nota, pero unas 5 octavas más abajo), lo cual hubiera podido lograrse doblándolo con el mismo Moog, o con un contrabajo clásico o con un fretless bass con fuzztone, pero hubiese sonado demasiado underground. 

De hecho hubiera asustado al oyente, sobre todo después del segundo redoble (es desesperante oír el moog desafinado, fuera de frecuencia, como si todos hubieran estado borrachos, despertando de una tranca). A cualquiera lo hubiera metido imaginariamente en una camisa de fuerza infernal. Con la sirena aguda me pareció más que suficiente, un poco más  tolerable desde un ángulo psiquiátrico, jeje.

Respecto al coro, no esperé formación ni competencia vocal alguna de ninguno, sino simplemente entusiasmo, puro grito y deseos de trabajar en equipo. Convoqué a chicos y chicas del vecindario y usé un estilo similar al que décadas después usaría Pedro Suárez-Vértiz en algunas de sus canciones.

Hablando de Pedro Suárez (QEPD), fue interesante que me contaran que, en 2022, su hermano, Patricio, hizo un comentario interesante a cerca de Zulu en la entrevista ("Parte 2", minuto 35), de Carlos Carlín Salazar, cuando este le preguntó cuáles eran los músicos peruanos que le dejaron huella. ¡Saludos Patricio! 

Letra de "Sana camaleón"

Todo el esfuerzo de la vida… prácticamente…
Sana, sana, patita de rana… Así es, si no es hoy día… ¡Va!
¡ic! ¡ic! ¡ic! ¡ic! ¡ic! ¡ic!

¡Ja, ja, ja! ¡Oye! ¡Ja, ja, ja!

La vida hay que vivirla comprendiendo cómo es la forma de encontrar en cada día la armonía que te lleve la alegría que te empuje a vivir. Así donde tú vayas hay sol.

La vida hay que vivirla comprendiendo cómo es la forma de encontrar en cada día la armonía que te lleve la alegría que te empuje a vivir, y así todo te sale mejor.

Sana camaleón, sana, bota el veneno que te hacen tragar
Sana camaleón, sana, vive con un solo color
Sana camaleón, sana, turu tú turu tú rutú
Sana camaleón, sana, turu tú turu tú

La vida hay que vivirla comprendiendo cómo es la forma de encontrar en cada día la armonía que te lleve la alegría que te empuje a vivir. Así donde tú vayas hay sol.

La vida hay que vivirla comprendiendo cómo es la forma de encontrar en cada día la armonía que te lleve la alegría que te empuje a vivir, y así todo te sale mejor

Sana camaleón, sana, turu tú turu tú rutú
Sana camaleón, sana, turu tú turu tú
Sana camaleón, sana, turu tú turu tú rutú
Sana camaleón, sana, turu tú turu tú
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