"Si en el cielo yo viviera"



La canción "Si en el cielo yo viviera" es breve, pero simboliza el sentimiento que enmarcaba mi proyecto de vida que comenzó en la década del 70. Es una canción que te deja pensando. Por eso, este artículo no es de ningún modo breve.

Historia de la canción

[Al tiempo de actualizar esto (2024)] los científicos no han descubierto en el universo un lugar más hermoso que la Tierra.

Lamentablemente, en 1974 estábamos destruyendo el planeta casi en todo sentido y yo quería hacer algo tangible al respecto, lo cual implicaría no solo convertirme en un músico reconocido mundialmente, sino hacerlo para tomar parte activa de alguna manera en el liderazgo, en un sentido no político ni económico ni administrativo, sino espiritual, a fin de ayudar a la gente a ver que el camino a la paz no resultaría nunca de que todos pugnaran entre sí por ser líderes. 

Según mi entender, la clave consistía más bien en aprender a ser seguidores responsables mediante una reeducación y entrenamiento de la conciencia. ¿Y quién sería el líder más competente? ¡Jesucristo, por supuesto!

Es cierto que dar de comer a los pobres o vestirlos era una obra loable, pero de esa manera se soslayaba un dicho muy cierto y muy antiguo : "Dale un pescado y lo alimentarás un día; enséñale a pescar y lo alimentarás toda la vida". El secreto radicaba en nutrir la conciencia, no solo en alimentar, sanar y edificar el cuerpo. 

Si me alimento hoy con un pan, mañana seguiré siendo la misma persona. Pero no si me alimento con un razonamiento, un método, una respuesta, una solución, una perspectiva, un enfoque, un ejemplo, una moraleja, una metáfora, una definición o un significado. Con eso podría aplicar una palanca y descubrir cómo mover proactivamente una montaña de problemas.

En mi opinión, el secreto consistía en obedecer y seguir las reglas, no en multiplicarlas solo para luego analizar la manera de violarlas ("Hecha la ley, hecha la trampa"). Pero ¿quién lideraría todo ese movimiento? Ciertamente, ningún hombre, porque si algo habían demostrado los seres humanos era una extraordinaria habilidad para meter la pata. De eso trataba esta canción.

Un paso importante: Me retiré del movimiento filosófico al que pertenecía por una simple razón: Cuando propusieron que cada uno presentara una conferencia basada en el personaje que más admirábamos, hablé de Jesucristo y su proyecto del Reino de los Cielos. Pero cuando mencioné su nombre, se miraron unos a otros, como diciendo: "Se supone que debes hablar de Sócrates, Aristóteles, Kant u otro de los filósofos conocidos, no de Jesucristo". Después me confirmaron que eso fue lo que pensaron, comenzando por el director.

Pensé: "¿Acaso Sócrates entregó su vida por el mundo? ¿Acaso Aristóteles pudo jamás superar la extraordinaria sabiduría vertida en el famoso Sermón del Monte? ¿Acaso Kant pensó alguna vez en la importancia de devolver la vida a las personas para que vivieran en un paraíso?". Ninguno era capaz de explicar con detalle cómo sería la vida en el paraíso, en el cielo, en el Nirvana u otro lugar semejante. Por supuesto, mucho menos podían versar sobre el supuesto infierno, aparte de inspirarse en las fantasiosas ideas heladas e hirvientes del famoso Dante. Es fácil decir: "Yo creo en esto". Lo difícil es sustentarlo.

Y lo que colmó la medida fue que en las reuniones de planificación llenaban el cenicero con colillas de cigarrillo. Un día no lo soporté más, y les dije: "Aquí hablamos de trabajar por un mundo mejor. Pero no me explico cómo lo lograremos si seguimos llenando de puchos este cenicero". Ese día renuncié a la filosofía de este mundo. Dejó de parecerme tan pragmática como suponía.

Pense que la respuesta no estaba en una filosofía que hasta entonces había demostrado carecer de poder y fuerza sobre la vida de las personas, es decir, para que realmente quisieran modificar sus hábitos, por ejemplo, fumar, emborracharse, drogarse, maltratar a la familia, abusar del poder, etc. 

Aun ahora seguimos viendo eso por casi todo el mundo, como si nunca termináramos de aprender de la historia. Siempre el clímax es una gran guerra que lo devuelve todo a fojas cero. A patadas no se abren corazones.

Por eso en la canción clamo: "Oh, mi Cristo ven y ayúdanos a darles nueva vida" y "cantaremos ¡Aleluya! todos juntos". Si la definición de la verdadera filosofía significaba "amar la sabiduría", para mí no hubo nadie que la manifestara, expresara, explicara y difundiera con su ejemplo mejor que Jesucristo. ¡Cristalina, simple y objetiva! 

No me malinterpretes. Cuando compuse esta canción no era miembro de ningún movimiento fundamentalista. Simplemente era un católico, apostólico y romano practicante. Y cuando digo practicante, no exagero. Al tiempo de producir mi disco solía ir a Misa todos los días (7x7). Rezaba el Rosario todos los días a las 6 pm en la iglesia con las viejitas. No pasaba ni un día que no rezara el Rosario. Me confesaba una vez por semana y comulgaba todos los días (7x7).

¿Rayado? ¿Cucufato? No. Simplemente obedecía a pie juntillas las normas de la Iglesia. ¿Por qué? Porque suponía que Jesucristo la había fundado. ¿Cómo iba a criticar a otros si no comenzaba por sacarme la viga que había en mi propio ojo? Si todos hacen lo que les da la gana, ninguna política, ni siquiera la eclesiástica, funcionaría jamás. En aquellos tiempos, sentía que debía cumplir con la Santa Iglesia Católica si quería ser realmente pragmático. Todavía me faltaba mucho por dilucidar.

Por mucho tiempo busqué incesantemente y por todos los medios una abducción extraterrestre. Aunque tampoco estaba seguro de que los alienígenas existieran. Todavía me dejaba llevar por mitos, dogmas y paradigmas que me llevaban inexorablemente de vuelta al punto de partida.

No imaginaba lo que muy pronto experimentaría, gracias a mi búsqueda de la esencia filosófica promovida por Jesucristo, plasmada magistralmente en lo evangelios. De hecho, sería algo más tangible: una inmersión lingüística increíble que no solo respondería todas mis preguntas, sino que me abriría las puertas a un patrón de pensamiento muy superior al que jamás había imaginado, algo que trascendería por mucho a toda la filosofía humana que había acumulado durante años. Pronto me zafaría de las garras de la agnotologia.

"Si en el cielo yo viviera" llegó a ser mi clamor desesperado por ver realizados algún día todos los placeres que podía producir una vida sana, plena de libertad, muy superior a la que usualmente confundíamos con libertinaje. 

José Ingenieros decía: "No creo en los sermones. Son como letreros en las carreteras. Inútiles para los que conducen con cordura, y más inútiles para quienes van decididos a estrellarse". Tenemos un mundo repleto de letreros, pero casi nada de entrenamiento de la conciencia. Las tortugas siguen tragando plástico.

Para aquel tiempo me había hecho miembro activo de una comunidad cristiana de líderes dirigida por un extraordinario sacerdote jesuita. Asistía a todos los retiros programados, llevaba la delantera en todo lo que el cura decía que era necesario para ir al cielo, los acompañaba en el Vía Cruxis y cumplía rigurosamente con cuanta ordenanza me dieran, hasta eso de encerrarme en una habitación para las largas y profundas meditaciones de San Ignacio De Loyola. 

Pero no me volví fanático. Simplemente me esforzaba por cumplir con los requisitos que me decían que debía cumplir a fin de ser aceptable a Dios, a la Virgen María y a todos los santos. Mis padres me habían educado en el colegio Inmaculado Corazón, y luego en el Santa María, después en el Santa Rosa, de Chosica. ¿Qué se esperaba que hiciera un joven como yo? ¿Acaso no era seguir a Cristo según las enseñanzas que se me habían impartido?

Nunca estuvo en mis planes inmiscuirme en la política de ningún país individual. Mi meta era llegar con música al corazón del público y despertar en los jóvenes una conciencia con miras a una humanidad superada, basada en el respeto a los Derechos Humanos, no en el sexo, la rivalidad ni el dinero. El sexo y el dinero solo debían usarse para un propósito, ya fuera placer o necesidad, pero con autocontrol. 

En fin, supongo que por pensar así algunos consideraban que estaba rayado (loco). Creo que a nadie le importaba realmente. De hecho, algunos pensaban que me había trastornado debido a las drogas que habia consumido antes de volverme tan religioso.

Pero ¿acaso años después no llegó a ser común ver a muchos jóvenes en la iglesia? ¡Oleadas de ellos por todas partes, cantando con guitarras y panderetas en todas las parroquias! ¿Ahora quién estaba loco? ¿Se multiplicaron los locos? No. Era un despertar a una necesidad o sed más profunda que la intelectual.

Pero no era así a inicios de los 70. Una de las viejitas con las que me reunía todos los días a las 6 de la tarde en la iglesia del Parque Kennedy, de Miraflores, me dijo: "Te admiramos mucho. ¡Cómo sería si todos los jóvenes como tú vinieran a rezar el Rosario con nosotras! Lamentamos que seas el único en nuestro grupo de oración". Y en Misa, cuando el sacerdote solicitaba un voluntario para leer, yo casi saltaba de mi asiento para quitarle el privilegio a los demás. No me dejaba ganar en eso. Pero iba a Misa a diferentes horarios e iglesias para que no pensaran que lo hacía por figuretti.

Lo que me más me movía era un profundo amor a Dios, no el deseo de figuración o de sacar provecho egoísta. Por decirlo así, las hostias y los dogmas no saciaban mi curiosidad ni sed espiritual, ¡debía de haber algo más! 

Supongo que por eso, sin querer, cultivaba un afán mesiánico. Quería convertirme en algo así como un Moisés de la juventud. No en Perú solamente, sino del mundo. Fue un sueño loco, lo admito. Había otras cosas que considerar. Cuentan que Isaac Hayes QEPD [1942-2008] suspiraba al dirigirse a la juventud con voz profunda y sufrida, con gran preocupación, diciendo: "People, you don't understand! [Gente, ustedes no entienden]". Lo llamaban el "El Moises Negro (Black Moses)" * *.  

A veces menciono a Hayes y me responden: "¿Quién?". ¡Fue un grande de la música soul! Actor, autor, pianista, arreglista, cantante,  productor musical y director de orquesta. Él fue quien inspiró a Barry White, Marvin Gaye y otros grandes de la música que vinieron después. Tenía un estilo muy propio. Encantaba a las multitudes. En 2002, a sus 62 años, este ganador de dos Grammys y un Oscar fue incorporado al Salón de la Fama del Rock and Roll.

Bueno, en mis ilusiones pensaba que no me bastaría con llegar a ser un cantante conocido y tener un grupo musical que fuera de gira en un circuito por todas partes solo para acumular dinero. Mi misión sería orientar a la masa, hacerles ver en qué estábamos metiendo la pata, y cómo sacarla. Pero, ¿sería eso realmente probable? ¿Era plausible? ¿No sería -mejor dicho- novelesco?

Cuando veo a Yani o a Keiko Matsui en concierto, me veo reflejado en lo que yo aspiraba ser, una figura mundial de la música, pero con el añadido de un Moisés espiritual. No bastaría con componer y cantar. También debía dejar un legado.

Quería orientar a los padres para que fueran mejores educadores; a los maestros, para que fueran más mayéuticos en sus métodos; a los gobernantes para que se dejaran de tonterías y comenzaran por estudiar a conciencia lo que realmente significaba ser un líder del futuro; y a los niños para que tomaran conciencia de su verdadero potencial. Como puedes ver, era una ambición desmedida por el poder, pero canalizado con una justicia basada en el amor.

No puse la mira en el Perú solamente, sino en Estados Unidos. Se supone que mi disco me serviría para abrirme camino cuando llegara allá. Mi hermana Carmela y mi hermano Kike solo estaban esperando el momento en que me animara a dar el salto para darme una mano en todo lo que necesitara. Billy Morgan estaba allá y yo pensaba armar mi grupo con él y sus amigos músicos.

Además, mi objetivo incluía convertirme en un disciplinado karateka, fisicoculturista, peso pesado, filósofo acucioso, cantante y compositor, un arreglista fuera de serie, casarme con una gringa preciosa y, con todo ello, realizar mi sueño de ser un líder mundial, no en política, sino de las juventudes de la Tierra. La meta era que este planeta se volviera más atractivo para los extraterrestres, de modo que dejaran de esquivarnos debido a nuestra bestialidad, que se comunicaran más abiertamente con nosotros. Creo que no se equivocaban al decir que Zulu estaba más loco que una cabra.

Mi teoría para la gran dificultad al intentar comunicarnos con los extraterrestres era nuestra salvaje curva estadística de criminalidad. ¿A quién le gustaría juntarse con seres que procuraran a cada rato pisotear y destruir a los demás, y luego autodestruirse mutuamente disparándose bombas nucleares? ¿Acaso era eso un atractivo turístico, hablando en sentido interplanetario? No me parecía que hacer apología de nuestra autodestrucción en las grandes películas de Hollywood era una buena carta de presentación

En ese tiempo se decía que los extraterrestres se asomaban discretamente para instruir a los más dotados, los niños índigos (como si los demás fuésemos seres inferiores que no teníamos nada que aportar al resto del universo). Yo no pensaba así. Deseaba intensamente ser instruido por extraterrestres, pero compartiendo enseñanzas y experiencias, trabajando en equipo para el bien universal. No tenía la menor intención de cultivar una sumisión abyecta, sino responsable. ¿Cómo podía decir que era inteligente y al mismo tiempo someterme inconcusamente a una entidad desconocida? Nequaquam.

Siempre me había fascinado la profecía de Ezequiel. Me gustaba leerlo en las versiones antiguas de la Biblia, especialmente los primeros capítulos. Muchos hablaban de ello poniendo el énfasis en la forma, no en el mensaje. Digo esto porque lo que más me intrigaba era el énfasis que Ezequiel daba al repetir una y otra vez a lo largo del libro: "Esto es lo que ha dicho el Señor Soberano Jehová", indicando claramente, y más allá de cualquier duda, que su mensaje no era suyo, sino de alguien que a sí mismo se llamaba Jehová (o Yavé), quien lo había comisionado.

Más impresionante aún me resultaba cierta expresión enigmática que se repetía al final de la mayoría de los capítulos, una severa advertencia que taladraba mi conciencia: "Y tendrán que saber que yo soy Jehová". Una declaración contundente, nada ambigua ni difícil de interpretar. Me despertaba una profunda reverencia y curiosidad. ¡Qué cosa más grande podría haber que hacer contacto con tan majestuosa entidad, con alguien que era capaz de prometer algo así! Ni los curas ni pastores ni monjes budistas, ¡nadie pudo explicármelo! De hecho, evadían el tema despectivamente.

Me daba vueltas en la cabeza la idea de que los extraterrestres ya estaban entre nosotros en grandes cantidades pero que la humanidad no se había dado cuenta de la magnitud del hecho porque aquellos mantenían el perfil más bajo posible para pasar desapercibidos, para no despertar sospecha. 

Pensaba que ya estaban capacitando a verdaderos índigos, no físicos, sino espirituales, para sobrevivir al fin del mundo. Pero ¿dónde estaban? ¿Cómo ubicarlos? ¿Cuál era la contraseña para comunicarnos con ellos? ¿Cómo hacer contacto?

Suponía que otros ya habían logrado comunicarse con estas extraordinarias personalidades del carro de Dios que Ezequiel mencionaba en su profecía, y que estaban siendo entrenados por estos seres de inteligencia sobrehumana, es decir, no procedente de este mundo, y que tal vez ellos podrían explicarme lo que significaban los extraños símbolos del alucinante carro de Dios

Para mí  no era un secreto que en ocasiones Jesús había dicho que no era de este mundo, y que sus oyentes eran de las regiones de abajo, y él, de las regiones de arriba. Hasta dijo sin ambages que procedía del cielo y que había venido como representante del Padre. Ante Pilato, respondió a su interrogatorio diciendo que su reino no era de este mundo. Siempre se refirió a una futura restauración de todas las cosas mediante su reino. De hecho, enseñó a sus discípulos a orar: "Venga a nosotros tu reino".

Pensando en todo eso compuse Si en el cielo yo viviera, que solo fue un clamor que brotaba desde lo más profundo de mi alma. Era como un llamado a los extraterrestres para que se comunicaran conmigo. Creía que a nivel individual no había logrado captar su atención, pero tal vez mi canción se elevaría como una plegaria hasta la quinta dimensión. Por eso la canción contiene algunos rasgos futuristas, vigorosos y extraños. Era como si gritara: "¡Aquí estoy! ¿No me oyen?". No para ganar fama, sino una abducción o lo que fuera que acelerara el proceso. Mi mente percibía todo eso de manera algo confusa, esperando el día en que lo entendiera todo a la perfección.

Jesucristo siempre había sido para mí el más extraordinario de todos los seres que nos habían visitado desde arriba, y yo quería ayudarlo a completar su victoria contra el imperio del mal. No sabía cómo lograrlo, pero seguramente mi buena intención recibiría alguna clase de iluminación en el momento adecuado. Mis intenciones no podían quedar sin respueta.

Pensaba que una vez publicada esta canción Dios finalmente me tomaría en serio y se comunicaría conmigo y me diría dónde, cuándo, cuánto, con quiénes, por qué, para qué y cómo cooperar con su Reino, es decir, el reino de Dios (mencionado también por el profeta Daniel [en su cap.7]). Ese reino era para mí el mundo feliz al que hacía referencia en la canción.

¿Loco no? Así pensaba Zulu cuando compuso esta canción en 1974. Estaba convencido de que no me serviría de nada convertirme en un artista famoso si solo iba a seguir siendo presa del sistema, es decir, usando mis habilidades nada mas que para ganar y acumular dinero y recibir el aplauso de la gente.

¿Qué? El día que hiciera una gran fiesta en mi enorme casa, ¿acaso iba a andar persiguiendo a todos para rogarles que no usen drogas en mi propiedad? ¡Ridículo! Así no funciona el mundo. La gente simplemente se mete en todos los vericuetos de tu propiedad y hace lo que le da la gana. ¿O acaso iba a terminar mi vida rodeado de guardaespaldas, perros guardianes y cercos eléctricos, y terminar un día con mi vida con una aguja colgando del brazo con una sobredosis, motivada por una ansiedad o depresión descontrolada? Jugar con drogas puede llegar a ser un pasatiempo realmente alucinante en el peor sentido de la expresión. Por eso, lo que estaba haciendo tendría que servirme para algo mejor que eso.

En aquellos tiempos, mi destino estaba trazado: Ser feliz haciendo lo que era correcto desde mi punto de vista, lo cual debía armonizar lo más posible con el punto de vista del Dios de Moisés, el Dios de Abrahán y el Dios de Ezequiel, aunque hubiera quienes me criticaran por ello. ¿Acaso era poco? ¡Sentía una pesada responsabilidad moral! No me malinterpretes: No me oponía al éxito ni al dinero, pero esas cosas no significaban nada para mí . Es todo.

"Pero ¿acaso no hubieras estado en mejor posición para ayudar a la humanidad si hubieras seguido en la música, siendo famoso y teniendo mucho dinero?", me dijeron algunos, dando a entender que tal vez retirarme había sido una exagerada y tonta decisión. Pero siempre les respondía: "¿A qué costo? ¿Tú hubieras podido garantizar que mi vida después de unos años no terminaría en un despeñadero emocional?".

La fama puede parecerle una meta lógica, ideal o hasta de rigor a cualquiera, pero no para mí. Eso tendría que ser una consecuencia, no algo que perseguiera con desesperación. De hecho, no era algo que me motivara realmente. Además, la tragedia de vida de Sor Sonrisa, autora de la famosa canción Dominique, es aleccionadora de los resultados de caer en manos de la codicia de terceros.

Siempre existe la probabilidad de que uno vaya por un río que al principio se siente suave, cómodo y divertido, pero sin darse cuenta de que la corriente acelera hasta alcanzar un punto de inflexión o de no retorno. Es cuando ni la fuerza humana ni la mecánica bastan para dar vuelta y ponerse a buen recaudo. Es cuando se encuentran la realidad y la fantasía y nos llenamos de impotencia.

Las multitudes tienden a inflar el ego de quienes salen al frente con algo que consideran novedoso o hasta asombroso. Pero tal vez conduzca a más y más egolatría. En aquel tiempo mi prioridad era mantener el control de mi vida y ayudar a otros a controlar la suya. Quería conocer y agradar a Dios más profundamente. Él tenía todas las respuestas y los medios espirituales para lograrlo. Pero todavía me faltaba entender muchas cosas. "Del dicho al hecho hay mucho trecho".

Una vez, leí una nota periodística en el número 496 de la revista Cosas, que hablaba de Charly García, cantautor argentino. Requería diariamente "un coctel compuesto de tres antidepresivos, dos ansiolíticos y un sedante antipsicótico". Hoy miro hacia atrás y veo que en ese tiempo yo no hubiera sido un mal candidato para un régimen aún más estricto. Pero a estas alturas, solo me tomo un Panadol y otras cositas necesarias de vez en cuando. Como a veces digo en broma, antes volaba con marihuana y LSD, ahora vuelo con colesterol, triglicéridos y glucosa.

Bueno, aquellas eran las angustias que pasaban por mi mente durante la grabación del LPZulu, pero especialmente durante la grabación de esta canción. Por eso interioricé a Jesucristo en mi vida, como si yo fuera él, procurando sentir lo mismo que hubiera sentido él si viviera en el cielo y observara cómo el mundo se autodestruía. ¿Acaso no vendría él a rescatarlo? ¡Sin duda! Hizo precisamente eso. ¿Pero cómo? Yo no lo sabía.

Si en el cielo yo viviera, es decir, si yo fuera un extraterrestre y viviera en una dimensión celestial, y desde allí viera cómo la humanidad se destruye a sí misma por falta de guía, no dudaría ni un segundo en entregar mi vida, si fuera necesario, para ayudarla. ¡Es lo que me imaginaba que era la principal misión de Jesús! Yo ignoraba completamente que había una razón aún más importante.

¿Y cuánto me costaría arriesgarme en una misión semejante? ¡Mi vida, pues! Ya sabía el precio que Jesús había pagado por pregonar la verdad. Sus intolerantes detractores lo mataron, y no hubiera sido raro que un día me asesinaran con una muerte equivalente o peor. Pero estaba dispuesto. No tenía dudas. Así pensaba Zulu en aquel tiempo, y a ese curso me habían llevado mis ideas hasta ese entonces.

El sueño de mi vida era que toda la humanidad se uniera en un solo coro de satisfacción y cantara de mil maneras: "¡¡Aleluya!!", habiendo logrado finalmente un mundo pacífico y seguro para siempre. Poco imaginaba que esa no era la manera como Dios nos invitaba a cooperar. De hecho, en aquel tiempo ni siquiera sabía lo que significaba la expresión "¡Aleluya!". Grande fue mi sorpresa cuando posteriormente me enteré de que ¡Aleluya! significaba: ¡Alaben a Jah!, es decir, ¡Alaben a Yah [o Jehová]! Mmm.

En términos psiquiátricos, creo que cualquiera hubiera justificado pensar que yo había caído en un estado de enajenación mental, en otras palabras, en una especie de animación suspendida emocional, producto de la paranoia, esquizofrenia y ataques de pánico. ¡Wakala!

De hecho, un día (mucho tiempo antes del proyecto del LPZulu), se me ocurrió entrar a un consultorio psicológico suponiendo que un experto me ayudaría a sonderar un poco mejor mi excentricidad y darle una explicacion. "Buenas tardes, señorita" -dije entre otras cosas-, ¿puedo ver la cara del doctor? Si su cara no me gusta, no dejaré que me analice".

La señorita me fijó la mirada, como pensando: "¡Huy! Este necesita un loquero ahora mismo", es decir, mismo cliente. Y me dijo: "¡Claro, señor! ¡Por favor, tome asiento, ahora mismo podrá verle la cara al doctor! ('¡Te encantalá!')". Al rato, el doc me hizo pasar y le solté casi todo el rollo, mis alucinaciones y mi proyecto de vida. Por supuesto, también le respondí algunas de sus preguntas. Al terminar, le pregunté: "¿Y? ¿Qué tal? ¿Qué piensa, doc?". Porque se había quedado quieto, pasmado por varios segundos, mirándome, como pensando: "¿Este cree que soy idiota?". Tal vez creía que yo era un enviado de la competencia, o que yo lo estaba analizando al él para ver su eficiencia. No sé. Pero todo lo que le dije parecía ser buen material para una película de George Lucas.

Bueno, su lacónica respuesta fue: "Mi amigo, creo que necesita un internamiento urgente". ¡Jaaa, qué brutal! ¡Sentí que me tiró un cuetón al pecho!

Le di las gracias por el sopapo y me retiré. No volví a verlo nunca más. No por su cara, sino porque yo pensaba que él estaba más loco que yo. "Mejor, yo lo curo a él", pensé. No me pareció que un profesional bien entrenado fuera tan ligero en su diagnóstico. ¿O sería que me lo dijo para que no volviera? Tal vez no me quería como cliente, por no ser muy ayudable (eso de que, "si no le crees al doc, no funciona").

¿Dijo que necesitaba internamiento urgente? ¡No fastidies, pues! ¿Para qué? ¿Para que me bañen con electroshocks y me hagan olvidar mis estupideces? Tengo un amigo que lo bañaron varias veces con electricidad, pero andaba con la lengua afuera y los ojos que le daban vueltas como Mercurio alrededor del Sol. ¿Qué creía? ¿Que yo era el Loco Uretra?

¿Qué estupideces? ¿Acaso era estúpido pensar que el mundo estaba autodestruyéndose? Hoy todos creen eso. ¿Era estúpido decir que quería cooperar para evitar una autodestrucción mundial? Hoy hay movimientos, ONGs y fundaciones, como Greenpeace y la Mario Poggi Foundation, que se jalan los pelos verdes por hacer algo. ¿Qué sentirías si tuvieras hambre y te dieran como alimento bolsas de plástico? Las ballenas y tortugas marinas están comiendo eso.

Muchos científicos opinan que a cada rato rompemos los récords y que ya rebasamos el límite de tiempo para detener las consecuencias del cambio climático generado por el consumo global.

Afirman que, en todo caso, aun si el consumismo actual se detuviera en seco, solo podríamos aminorar su llegada. Y advierten que ahora se trata más bien de prepararnos para todo lo que se viene, que, dicho sea de paso, no será nada fácil de enfrentar. ¿Quién vio venir la pandemia de 2020? ¡Nos agarró a todos como ladrón por la noche! 

No es por ser negativo ni alarmista, sino realista. Solo quiero explicar el por qué de mi reclamo desesperado y el efecto de confusión de la última sección de la canción. Muchos medios de comunicación daban cuenta de extraños, extraordinarios e intimidantes fenómenos de la naturaleza que fueron agravándose desde aquel tiempo ¡y la curva estadística no se ha detenido hasta ahora, especialmente desde 2020! Al Gore estará jalándose los pelos al ver su libro hecho realidad, y espero que no lleguemos a un final como el de la película "Soylent Green".

Claro, el impresionante adelanto científico ofrece soluciones futuristas muy interesantes. Pero ¿lograrán aplicarlas antes que la curva estadística los gane en el tiempo disponible? Hasta ahora, la naturaleza siempre se les ha adelantado. La verdad incómoda es que la naturaleza clama: "Lo siento, pero ya no puedo esperar a que se pongan de acuerdo".

Erupciones volcánicas, incendios, inundaciones, meteoritos, terremotos, tormentas de granizo y de arena, tornados, plagas y otras cosas. Nos condolimos por los damnificados inocentes de este sufrido planeta, sobre todo por quienes, a pesar de las advertencias, no se dieron por enterados, y por aquellos ateos que comenzaban a reconsiderar su postura. No exagero ni bromeo. Hubo más de 100 países que sufrieron el azote de desastres gravísimos.

Lo peor es que la cifra resulta mucho mayor si tenemos en cuenta que estas reacciones de la naturaleza ocurrían, en muchos casos, en diferentes localidades dentro de un mismo país. ¿Y qué harán para administrar el caos si se inundan o incendian sus misiles y centrales nucleares alrededor del mundo? Sabemos lo que pasó con el terremoto de Indonesia y el efecto de tsunami en la central nuclear de Fukushima, Japón. ¿Y qué harán con el exceso de los gases de efecto invernadero? ¿Sinceramente creen que la naturaleza se dejará engañar si esconden el CO² bajo la alfombra? 

Claro, si uno alucina con que no le afecta directamente, porque pensaba que en el pasado todo terminaba y volvía a la normalidad, ¿no sería la tendencia nuevamente hacia al descuido y la despreocupación, como si no se tratara de grandes problemas? Hay científicos que opinan que todo se resume en una palabra: Codicia.

De hecho, a veces se burlaban de mí cuando les hablaba de lo que se venía. Decían: "¡Normal! Take it easy! No pasa nada. Toda la vida ha sido igual". ¿Dirían eso ahora?

Por la forma abrupta como reaccionó el planeta, esta vez sería más difícil de soslayar. Muchos estudiosos afirmaron que la humanidad no volvería nunca a lo que solían llamar normalidad. Y parece que los animales tampoco. Salen corriendo despavoridos y sin rumbo, desconcertados y desorientados. Plaga y estampida de ratones en Australia, nubes de langostas en Israel, y delfines, ballenas, moluscos y peces que varan en las playas de diferentes partes del mundo. ¡Rebasa la imaginación de cualquiera! 

Evidentemente, las naciones nunca tuvieron suficientes dificultades para recapacitar y ponerse de acuerdo para corregir a tiempo lo que había que corregir. Todos se habituaron a echar la culpa a otros, a Dios, a nuestros padres, a nuestra pareja, a las autoridades, al clima, al Niño, a la Niña, a la economía, a los ricos, a los pobres, a las drogas, al terrorismo, a los comunistas, a los capitalistas, ¡hasta a los extraterrestres!

La gente, como masa, en general suele desentenderse y no darse por aludida. Vuelve rápido a su normalidad y cierra los ojos hasta la siguiente crisis, como si su frase favorita fuese: 'de algo hay que morir', solo para justificar su derecho a la libertad de elección y a seguir con más de lo mismo. Pero ¿por qué escoger morir de maneras tan desagradables? ¿No sería mejor escuchar las advertencias y ponerse a buen recaudo? Como masa, no lo procesan.

¿Acaso no tuvimos más que suficiente con la pandemia del Coronavirus de 2020 con sus sorprendentes y temibles variantes de 2021, así como otras pestes? Pero muchos en todas partes se fueron de fiesta, a bailar y emborracharse, ¡Incluso apedrearon a las autoridades que acudían a restablecer el orden! No es discutible que cada quién tenga derecho a divertirse, pero ¿a qué costo para sí mismos y para los demás? 

Las noticias alrededor del mundo no me permiten exagerar ni ser dogmático al decir que el planeta convulsionó por todas partes. Y muy pocos quisieron cooperar. Como siempre, la masa no se concentró ni se puso de acuerdo. Sus decisiones al más alto nivel parecían una mezcla de barro con hierro. Elegían con entusiasmo y con canciones de esperanza al siguiente Presidente o Secretario, pero estaban queriendo destituirlo al poco tiempo de asumir el cargo.

Se multiplicaron y agravaron los desacuerdos políticos y las rebeliones en diferentes lugares. Levantamientos, violencia social, saqueo, descuidos, explosiones, histeria, corrupción, confusión, anarquía, terrorismo, muertos y heridos. Ni los sepulcros ni las aves de carroña se dieron abasto. Los radicales libres quedaron más libres que nunca y extendieron sus redes y contactos hasta en las montañas y selvas más apartadas. 

Y para colmo de males, naciones poderosas se amenazaron mutuamente con ir a la guerra y disparar sus misiles nucleares. ¿Qué creían? ¿Que se trataba de pop corn o fuegos artificiales de Año Nuevo? ¿Querían reducir drásticamente la población mundial en un par de días? ¿Y si se les salía el tiro por la culata y se autobombardeaban? ¿Y qué hay de las secuelas y el daño colateral que resultaría del transporte de contaminantes a través de las corrientes atmosféricas y marinas. Ni qué decir de la lluvia radiactiva que se precipitaría sobre el agua, los campos, la flora y la fauna. ¿Y el impacto en la temperatura global? 

¡Más calentamiento y desequilibrio climático solo produciría más tormentas, terremotos, tsunamis, hambruna y pandemias! ¿Y la naturaleza, la salud, la supervivencia, el equilibrio ecológico, las nuevas generaciones y el futuro? ¿Esperamos que los robots resolverán el problema? 

Digo esto porque muchos que sufren de depresión bien pudieron replicar: "No me fastidien. ¿Quién no tiene depresión?".  ¡El planeta entero parecía un paciente con gases, calores,  hipertensión, huracanes y parásitos! Especialistas de toda clase ya no sabían qué hacer con tanto deprimido. ¡Se supo que hasta algunos psiquiatras se suicidaban! Con Internet ya casi no quedaban secretos.

Se dice que la depresión es una enfermedad. Pero ¿cuál es el remedio o la vacuna?  ¿Qué o quién la causa? ¿Es contagiosa? Y si lo es, ¿quiénes hacen apología de ella y la contagian? No niego que a veces se deba a desarreglos químicos en la computadora central, que igualmente requieren ciertos productos químicos que los compensen. Pero, para empezar, ¿quién la desequilibra? ¡La frustración de seguro encabezaría la lista de todos los factores subyacentes y detonantes! 

Siempre he pensado que, por lo común, una depresión incipiente no suele ser más que una reacción defensiva de la autoestima, pero que conlleva el potencial de agravarse y terminar en un descalabro si no se le presta atención. Si alguien golpea las antenitas de un caracol, ¿no lo haría reaccionar de modo que se refugiara dentro de sí mismo hasta sentir que pasó el peligro? Sin duda. Un ser humano también. ¡Es algo natural, no lo consideraría enfermizo! 

¿Alguna vez visitaste www.youtube.com/c/GoodStuff4Life? Échale un vistazo (mil disculpas por la horrible publicidad que a veces insertan) y ve si te despierta depresión. ¡Nada que ver! Es la otra cara de la moneda.

Por ejemplo, sabemos que una perla es el resultado de que un molusco se proteja a sí mismo envolviendo con nácar cualquier minúsculo cuerpo extraño que ingresa a su interior. ¿En cuánto tiempo? ¡Unos diez años! Ahora, imagina que te entrara una basurita al ojo y que al cabo de un tiempo tus lágrimas la convirtieran en una joya.

Para  mí, la depresión leve es como una especie de nácar emocional que envuelve a la persona frustrada y que, poco a poco, puede transformarla en una persona maravillosa. Lamentablemente, al catalogarla como enfermedad y bombardearla con antidepresivos, sus víctimas se derrumban y sucumben. ¡No saben qué hacer! A veces, terminan perdiendo de vista el enorme provecho que podrían sacarle a su situación. Se sumen en la tristeza y dejan de producir la joya en que pudo resultar. Bueno, es mi opinión. Si quieres, pasa la página y no me tomes en serio.

En esta canción digo que "todos quieren vivir en un mundo feliz, pero nadie quiere transformarlo". Porque en cierto sentido, me refería a eso, precisamente. Todos quisiéramos que los efectos de las amenazas que se ciernen sobre el mundo actual se reviertan solos. Pero el consumismo y la decadencia moral siguen imparables sin que nos percatemos de que tarde o temprano nos pasará la factura.

Aunque los paquetes de cigarrillos muestran horribles imágenes de los efectos que pueden producir en sus consumidores, mucha gente sigue fumando. ¿Así producirán una perla? No lo creo. Hubo un tiempo en que yo fumaba demasiado diariamente, pero cierto día, después de muchos años, lo dejé para siempre. Nunca más.

A algunos investigadores de la Antártida ya no les quedan dudas de que  el cambio climático ha superado largamente cualquier otra causa reconocida de maltrato al planeta. Pero si no podemos con nosotros mismos, ¿cómo vamos a poder con todo un planeta? ¡Y qué sentido tendría buscar vida en otros planetas? ¿Para qué? ¿Para ampliar nuestro campo de destrucción?

Claro, se dice que el cambio empieza dentro de uno mismo. ¿No es irónico? ¿Y cuándo será eso? Como decía mi madre: "Cuando San Juan baje el dedo". A mi modo de ver, ya estamos al umbral del colapso. ¿Y después qué? ¿Preguntarles a los que sobrevivan?

Por otro lado, ¿acaso sería una estupidez pensar que el verdadero hábitat de la humanidad es el paraíso? Hoy los científicos de Discovery Channel y National Geographic están cada vez más convencidos de que esa es la pura verdad. Hasta documentan programas en los que afirman que, bajo condiciones apropiadas, la vida humana no tendría por qué decaer ni detenerse con la muerte. ¡Afirman que se podría vivir para siempre! ¿Pero dónde, si a todas luces parecería que solo quisiéramos acabar en ruinas?

Por un lado, es natural que quieran vivir, pero por otro, las acciones de un gran sector no son pragmáticas. Es decir, sus teorías no concuerdan con las consecuencias. Apuntan en otra dirección. O sea, quieren vivir, pero bajo reglas que no están en sincronía con la naturaleza. Por tanto, siempre se demoran demasiado en tomar conciencia de que solo estaban alucinacinando, meramente suponiendo que funcionaría a largo plazo. 

Nadie puede discutir que vivimos en un hermoso planeta que tiene la capacidad de autoregenerarse a sí mismo constantemente. Si bajamos a las profundidades, queremos volver a tierra firme; y si subimos a la Luna, añoramos bajar a la tierra. Si exhalamos, pronto queremos inhalar; y si inhalamos, pronto queremos exhalar.

¿Eran esas las estupideces que me hubieran hecho olvidar con ansiolíticos, antidepresivos, camisas de fuerza y electroshocks? Esas no son idioteces, sino el producto de una mente normal, común y corriente. "¡¡Que le pongan más corriente!!".

Bueno, me despedí del doc y regresé a mi casa con la moral hundida hasta la Fosa de las Marianas, quemando cerebro de solo pensar en la opinión que se había formado en pocos minutos acerca de mi estado mental. Tenía las pilas descargadas a 2 y me las bajó a -2. Ahora podría inspirarme en aquello y componer la segunda parte de esta canción, pero la titularía: "Si en el suelo yo viviera", jajajaj.

Debido a que el doc me seudodiagnosticó con un mal de la azotea, qué mejor que subir al techo de mi casa para orar intensamente al Ser Supremo y decirle: "Yo sé que estás ahí mirándome y oyéndome, y que probablemente tienes un ejército de ángeles encubiertos rondando la tierra. Si hay algunos por aquí, mándamelos, por favor, pero rápido, porque acabo de hablar con un loquero y me ha dicho que necesito internamiento urgente. Pero no le creo. Sé que tú puedes ayudarme a salir adelante. Dame una mano, mándame un platillo, bájame una escalera o succióname. ¡Pero ya! Porque dicen que no doy más".

En el fondo, Si en el cielo yo viviera es una sentida oración a Dios, un clamor pidiendo su intervención para detener la guerra, el dolor, la enfermedad, la desesperación y la desunión; que se eliminen los muros, las fronteras, los prejuicios, la xenofobia, el racismo y el abuso del poder; que desaparezca el espíritu de competencia y la intolerancia de los que luchan contra la intolerancia, que se esfume el orgullo malsano de creer que unos valen más que otros; que cambie la falta de cooperación y la tonta ilusión de que se podría seguir inflando un globo para siempre. ¡Tarde o temprano tenía que reventar! ¿Alguna vez leíste el libro de Proverbios, el capítulo uno, en la Biblia? Sería oportuno. 

Aunque se diga que la realidad y la verdad son relativas, lo único realverdadero es que no se puede escapar de estas, a no ser alucinando o fantaseando. En 1974 este mundo estaba podrido hasta los huesos. Todos lo sabían, pero nadie estaba dispuesto reconocerlo ni a quitarse la corona para poner el hombro y ponerse a trabajar en armonía. 

Esta canción era una súplica desesperada hecha música. El ser humano, como género, había demostrado más allá de todo cuestionamiento su sobresaliente ineptitud como administrador y gerente de recursos humanos. Como bien solía decir Andrés Voto Bernales: "If you're good, you're hired. If you're bad, you're fired [Si eres bueno, te contratan; si eres malo, te despiden]". Creo que se trata de la segunda opción.

Para 2021, han pasado casi 50 años desde que grabé esta canción, y en aquel tiempo me parecía que el mundo estaba hasta el 100. ¿Cómo lo ves ahora? Dios mío, no bromeo cuando digo que le falta poco para que muchos quieran hacerse el seppuku. A no pocos les ronda por la cabeza eso de la eutanasia. ¿Yo? Never! A no ser que sea enfermo terminal, es decir, un candidato a que lo desconecten lícitamente (mi esposa bromea diciendo que vivo en fase terminal hace años pero que siempre aguanto un poquito más, jajaja).

A veces pensaba que se nos había dotado con el sarcasmo como una catarsis del espíritu y reacción natural, espontánea y resiliente ante el dolor y la pestilencia.

Bueno, no quiero aburrirte. Ya la hice súper mega extra large. Para terminar, aquí van algunos detalles de esta canción, que, si no te los contara, jamás los hubieras imaginado ni remotamente. 

La guitarra que usé era una señora electroacústica de aquellos tiempos. Le pertenecía a mi hermano Pancho (no se lo digas, que se jala los pelos). 

En la grabación de YouTube que se muestra en este blog puede notarse que la copia fue mutilada justo antes de los redobles del final de la canción. Era una parte muy interesante, pero el pirata la copió mal y casi toda esa sección se perdió. No se salva ni con una remasterización de un disco original. Una nueva copia de la matriz de 24 canales es lo único que podría recuperar ese pedazo.

Si prestas mucha atención, aunque suena como rock, la canción es en realidad un huayno. ¡Qué? Si alguna vez yo hubiera hecho un concierto en vivo, todos los músicos, con excepción del baterista, hubiéramos roto el piso bailándola nada menos que como un huaylas (por favor, no se lo digan a mi psiquiatra, jajajaj). Mejor imagina cómo sería un proyecto de danza autóctono-futurista de Vania Masías para esta canción. ¡Uf! Ni le vayas a decir "no se puede", porque sería capaz de hacerlo.

Para los últimos compases de esta canción (a los 3:15) me inspiré deformando con el Moog Synthesizer una idea de los primeros compases de "Delicado", una bella canción de Waldir Azevedo de 1950, que Percy Faith orquestó posteriormente (1952). Esa canción es de cuando yo frisaba nada menos que 1 año de edad. Hasta hoy, muchos le hacen arreglos musicales de todo tipo.

El silbido y el coro del final de la canción representa el deseo de la humanidad por ver un mundo mejor, pero un barullo le sobreviene representando la realidad, es decir, la confusión, la animosidad, la falta de sincronía y la desesperación, las esperanzas se desvanecen. 

De modo parecido, a comienzos del siglo 21, sociólogos expertos ya podían usar logaritmos informáticos sofisticados para analizar  millones de confrontaciones subidas de tono en las redes sociales entre grupos antagónicos. Unos, esgrimiendo teorías verídicas para alertar a la humanidad, y otros, presentando toda clase de contraargumentos, un barullo de alegaciones conspirativas, cada uno publicando su verdad

La confusión continúa hasta que el Dios de Ezequiel llega en su impresionante vehículo celestial para dirimir la cuestión, y Jesucristo interviene triunfando sobre el desorden para restaurar la armonía (por si acaso, la sirena que se oye al final de la canción no emula la de la policía, sino la de una ambulancia del manicomio, que viene por mí, jajaja). 

Para esta canción, nada más fuimos tres músicos en el estudio de grabación, además de un coro inmenso, de unos 20 o 25 amigos del barrio (por si acaso, exigí que a todos y a cada uno se les pagara la tarifa regular por su cooperación, y todos cobraron). 

Imagina lo que hubiera sido un concierto con el respaldo de una gran orquesta... trompetas, trombones, cornos, contrafagots, zampoñas, tambores, timbales, quenas, pututus, charangos, violines, teclados, bailarines y efectos especiales, y todo el auditorio haciendo coro... Mejor me callo, o me encierran. El concierto se me quedó en el tintero, y la oportunidad se disipó como una pompita de jabón.

¿Por qué digo todo esto? Porque cuando uno oye una canción, imagina cosas, generalmente lo que se le ocurre. Pero cuando se entera de lo que pasaba por la mente del autor, puede visualizar lo que realmente corría por sus venas y lo que lo inspiró a crear su obra. Entonces, ¡boom! Surgen formas, colores, sonidos y toda clase de emociones, sensaciones e ideas que no hubiera experimentado si no hubiese conocido el trasfondo de aquella vivencia. 

Por eso, leer este artículo te hace diferente, porque puedes sincronizar tus propias imágenes con las que cruzaban la mente del autor en aquel tiempo.

Ficha técnica

Año: 1974
Grabación y edición: IEMPSA
Sello: Odeón
Técnico de grabación: Jorge Trujillo
Autor y arreglos: Miguel Ángel Ruiz Orbegoso (Zulu)
Bajo: Ernesto Samamé
Batería: Augusto Castro
Voz, rythm guitar acústica de 6 cuerdas y Moog Synthesizer: Zulu
Coro: Pilar Ruiz, Nancy, Patty y Malena Calisto. Ellas hacen el coro principal, y los muchachos del barrio hacen el resto (la que se mata diciendo: "Mañana me voy al Cusco" es Patty Cruzalegui).


Letra de "Si en el cielo yo viviera

Si en el cielo yo viviera,
A la tierra yo vendría
Pues vivir yo no podría
Si desde allí morir la viera

¡Dile! ¡Hey!
Todos quieren vivir en un mundo feliz
Pero nadie quiere transformarlo
Oh, mi Cristo, dime cómo he de vivir
Jesucristo, Santo Cristo para el mundo
Ven y ayúdanos a darles nueva vida
Cantaremos ¡Aleluya! Todos juntos
Si en el cielo yo viviera
A la tierra yo vendría
Pues vivir yo no podría
Si desde allí morir la viera

Coro (silbando)
Cantaremos ¡Aleluya! todos juntos
Cantaremos ¡Aleluya! todos juntos
Cantaremos ¡Aleluya! todos juntos
Coro (confusión de lenguas)

Para extraerle todo el feeling, te recomiendo usar unos buenos audífonos o escucharla dentro de un automóvil. ¿Un auto? Sí, porque la cabina de un auto está diseñada acústicamente. La primera vez podría pararte los pelos de punta, sobre todo el final de la canción.

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